Pienso en esa frase, “estoy casada con esto”. Se refiere, al menos por el contexto, a un empleo, aquello que parece vocacional y cuyo ejercicio no sólo permite desarrollar una intrincada narrativa personalista en la que hace del hobby un trabajo, sino que, sin percatarse mucho, hace de un hobby su trabajo.
¿Qué supone estar casado/a con esto? Me recuerda, inevitablemente, a esos bodorrios en los que, por mero interés monárquico, el rey desposa a su hija, una princesa, con aquel que éste considera una alianza de sangre que permitirá el progreso y así la historia de su legado. El peso de “hacer historia” para los reyes, los del trono y cetro, pareciera tornarse algo extravagante en pleno individualismo hiperconsumista del capitalismo neoliberal de esta nuestra época.
¿Qué supone estar casado/a con
esto? Esos casamientos por conveniencia, a fin de cuentas, ¿no son acaso
realizados a punta de pistola de una fantasía fatalista? ¿No es acaso el vacío
de un hueco claustrofóbico al que nos hundimos, oscuro, metálico, inamovible,
férreo destino? ¿No tenemos todos los que pertenecemos al sistema dinero un
casamiento por conveniencia al cual rendimos incluso culto? Los bienes de
consumo ajenos al valor de uso pero sobreexplotado el valor de intercambio de
los mismos, ¿porqué no podrían ser el resultado, el producto, de una relación
marital por conveniencia?
¿Qué supone estar casado/a con
esto? La relación vinculante pareciera desprenderse en cada ocasión de una
brecha fantasmática que permite imaginar un final. Tal vez por eso decía
Fredric Jameson que es más sencillo imaginar el apocalipsis que no el fin del
capitalismo. Las narrativas se tejen como red de seguridad para que la
conciencia no alcance el contacto nadificante con lo existente. Devenir
presencia supone, a nuestro parecer, dejarse de nihilismos baldíos y
reconocernos en la caída. Ya Michelstaedter, yendo un poco más allá de
Schopenhauer señaló que es desde el dolor, desde la topología motriz por la
cual suceden cosas en vez de la espera y la seguridad del futuro que puede uno
darse a las situaciones más allá de las limitaciones simbólicas que obturan los
sentidos.
¿Qué supone estar cansado de
esto? En este cansancio, como pasta base con la que hacer cocaína, se pueden
articular frenesís diversos. La exultante presencia de lo mismo no
supone la denegación de la repetición, puesto que, en la relación sexual seguir
“ahí” y “así” no hace más que llevarnos a un punto álgido de excitación
somática y psíquica. La cuestión está en que la repetición no pareciera ofrecer
otra cosa, sino lo mismo. La diferencia aparece en el punto en el
que ese cansancio se toma como señal, desde el silencio de la conciencia para
tornarse consciencia, movilidad engullidora y significante que deteriora toda
actividad lúdica en busca de una experiencia imposible. Un videojuego y sus
novedades tiene una serie de posibles bastante estricto. Su esencia perdura,
sus mecánicas insisten en esas recompensas eróticas y en aquellas otras
tanáticas. Es mero maquillaje para labios vaginales o pumper para penes,
no hay más. Lo que se señala es precisamente el malfuncionamiento de ese
maquillaje o la atrofia del uso de aquel dilatador: sequedad y flacidez.
¿Qué supone estar en esto? La certeza es un mero instrumento para validar, justificar una acción que en primer lugar demandaba fe. Aquella que perdimos en nombre de la ciencia… Ah, no, sólo se redujo a ese momento de experimentación de una hipótesis. ¿Es acaso esto un proceso más de la secularización?
¿Qué estamos suponiendo con esto?
Una sincera afección atraviesa de lado a lado nuestras entrañas y ya son muchas
veces las que escuchamos y vemos sintomatologías que reflejan el
empobrecimiento de la vida en nombre de la Life®. Al final, estar casado
por conveniencia con quien quiera que sea aquel al que nos vemos forzados a
rendir culto con trabajos, empleos, etc., para empresas, naciones, gobiernos,
etc., transformando cada segundo y acción de nuestra existencia o bien en un
aprendizaje (Everywhere I go is school time) o “un pasito más en mi
proyecto vital” (Everywhere I am is self time).
Ni pasito, ni parásito.
El símbolo del Smiley que tanto
triunfó hace unas décadas con el movimiento hippie, ese residuo mutado de
gérmenes de principios de siglo XX, no tiene nada que envidiar al catalizador
de la carita triste. Apuntalados los pudores con su yin hiperconsumista, las
vergüenzas con su yan hiperrealista y crudo de sentimientos sin elaboración,
restan los grises de vestidos que absorben los mínimos resquicios de esperanza
en un lazo social revolucionario.
“Todo está perdido” me dijeron el
otro día. Pensé en ello: “¿quién es Todo?”, y agregué “¿Y si tal vez
solo está hasta los cojones que le llamen para ofrecerle ofertas telefónicas?”.
#WEAR THE CHANGE Reza un
anuncio-pancarta en una bolsa de papel con ropa. Yo mejor lo cambiaría por algo
más atractivo, algo que suponga un cambio un poco más drástico #CHANGE THE
WARE.
Anden con ojo, pueden estar
equivocados y nadie les dirá nada. Pueden estar llevando sus cosas
perfectamente, estupendamente, maravillosamente, pero el problema de la cabeza
está presente en cada articulación. Pensamos que aquello que nos pasa son
adverbios cuando ni siquiera son adjetivos. DE MANERA. MADERA. ¿Me dará?
Dejémonos de juegos de palabras.
¿Qué quieres? No valen deseos nimios. Fíjate que lo que vayas a decir incluya
la sabiduría de tus años de vida, tus experiencias y demás mierdas que hayas
pasado. ¿Qué quieres? Vale. ¿Quién tiene cojones de sostener semejante deseo?
Bueno, si es imposible tal vez no sea por que no pueda imaginarse sino porque
faltan herramientas de anudamiento. Ese vacío está allí, esa imagen que
proyectas contiene todo aquello que desconoces de ti. ¿Acaso te piensas que tu
cuerpo no sabe como le gustaría morir? Son los pocos resquicios que te quedan
para jugar con tus agujeros mortales. Aplaca la linda sintonía de papá y mamá.
Traiciona lo familiar por lo hogareño. Inunda los palacios del Evangelio del Yo
e invierte nuevamente en las cartografías de tus potencialidades.
Potencialidades: ¿Qué resta
cuando muere aquello por lo que soy un parásito? ¿Qué resta de aquello por lo
que pareciera mi existencia gozar de los placeres de la inmediatez (sin
medios, reducidos a un “gracias” o un despreciable silencio)? ¿Qué queda de uno en el desamparo/desempleo?
Poderes: ¿Desde qué tarima te
proclamas dueño del trono? ¿Cuántos proyectos cual proyectiles proyectan
proyectivas metas mortales sin morir? Como decía Freud: a veces las espadas
son meros cigarros y nada tienen que ver con el falo. ¿Creerle o
desmentirle? La profanación urge cuando el cansancio aparece. Su articulación
convierte aquello usado por cierta liturgia al plano utilitario. Deshilachada
la imagen restan hilos y se pueden ver los nudos, arreglos, y demás errores que
la visión del conjunto no permite. La calavera de aquel cuadro sólo se ve desde
una perspectiva: ¡Te tienes que mover para verla! Dejémoslo así.
Estoy cansado de esto, ¿cambiamos
de canal o nos vamos a la cama ya? Es tarde, ¿no viste como están con los
bosques con los incendios y las costas con los mares? Tengo sueño y el
aburrimiento me hace señas desde lejos mientras se aproxima para cerrar mis
párpados como una masa pesada. Dicen que queda el amor, pero yo sólo sé de él
lo que me pasa cuando digo que lo siento y me salen un montón de máscaras.
INTERLUDIO: MASK
¿De qué se compone una máscara?
Las máscaras se componen de aquellos elementos que, sorpresivamente, atendemos
cuando hablamos con alguien o comentamos algo sobre, da igual, cualquier cosa.
Hay un montón de máscaras. Son meras figuraciones con las que sostenemos una
cuerdita, una goma que rodea nuestra nuca. La máscara no sirve para nada más
que para eso: hacer pasar una goma por un agujerito. ¿Qué es esa goma?
La goma bien puede estar tensa o distendida. Cuando está distendida nos
preocupamos en lugar de relajarnos. Cuando está tensa estamos tranquilos, “todo
va sobre ruedas”, pero estamos estresados por si pinchan, por si volvemos a esa
distensión de la goma. La cara inconsciente sigue ahí debajo, los ojos no
mienten como dice Scarface a Chico.
La mask lleva al suicidio.
La mask cataliza la mirada del otro. La mask da vidilla a la
vida. ¿Acaso tu cuerpo se cansó de esa mask o sólo es así como te gusta
ser visto? Claro de bosque en mitad de una fiesta de disfraces de salón
victoriano. Desde el balcón se ve un ciervo emerger de un arbusto frondoso de
esa damisela que pareciera atraer las miradas de los troncos. Las vetas de
champan sangran savia porque sí. Suben allí, bajan aquí. La máscara se te cae y
no sabes a quien hacer caso. Una división aparece, ¿qué haces? ¿Qué has venido
haciendo? ¿Quién has venido siendo? ¿El aglutinante entre dos mandatos? ¿Un
complejo sistema de muletas para soportar la contradicción de ser cuerpo y ser
hablante? Entre la verdad y el saber, ¿puedes sacarte la máscara de vez en cuando?
¿Sabes cuanto cubre lo que llevas puesto? Créeme que él ya lo viene sabiendo.
No tienes dinero. Estás
haciéndolo lo mejor que puedes. ¿Quién quiere un marido así de (entre)
todas (las otras) formas (candidatas)?
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