¿Cuánto poder puede cargar sobre
si misma una palabra? ¿Es un gesto, una emoción?
Cada palabra se entrelaza junto
al contexto en el que se emite, y quien la recibe, mediante un proceso interno
de pilares, la palabra se infiltra como una serpiente, esquivando trampas, y
muy pocas veces llega al final, al núcleo, a su verdadero significado.
Sexo, cuando se pronuncia esa
palabra, el mundo se detiene y mira extrañado, se pregunta porqué sacar a la
luz algo que reprimo, algo en lo que no participo abiertamente, solo es un acto
de placer y listo, y mas que entender en si el concepto se suplanta por follar,
garchar, echar un petardo, y demás conceptos que camuflan este núcleo, estas
son las trampas, que evitan ver el sexo mas allá de una simple conjunción entre
objetos sedientos de sexo desenfrenadamente violento, el verdadero erotismo se
pierde tras este velo, solo se consigue el coito mediante la estimulación de
los aparatos presionados, porque así se nos muestra en el porno, una mamada
allí, una penetración increíblemente rápida allá, doble anales por acá, y demás
más allá. Uno no hace el amor, folla tal cual lo hacen en las películas porno.
¿Sabemos que nos gusta que nos hagan, o solo repetimos lo que vimos en las
películas? ¿Lo hacemos pivotados por el pene y la vagina, o por todo el cuerpo?
¿Por qué se están poniendo de
moda los aparatos masturbadores? La gente esta insatisfecha, no tienen lo que
vieron, ese placer sublime, que se muestra gratuitamente, gestando un ideal
sexual que nos impide ver con claridad lo que nos da puro placer. Son
películas, que por tener una mente débil y acomodada cedemos espacio a la
alienación del individuo, no es nuestra culpa, sino los demonios y ángeles que
aún hoy día andan pululando por detrás de todo esto desde la propagación en
Constantinopla, los arneses siempre han estado allí, solo hay que verlos desde otro ángulo.
En mi consideración, la
masturbación no sería tan pronunciada si hubiese mas libertad sexual. Esta
libertad se la ve como una droga, que se puede llegar a descontrolar, y le doy
la razón, porque estuvo mucho tiempo controlada, pero si no lo hubiese estado,
el descontrol no existiría. Este solo existe cuando cuando nuestra sombra, nuestra propia sombra, es un extraño, y no parte de nosotros. Miramos mal el vicio y lo evitamos a toda costa, en vez de comprender porque lo hacemos, ¿por qué?, en vez de ''mierda estoy enganchado, mejor lo dejo'', lo cual saltará hacia otro vicio más ''sano'', y así se repite una y otra vez la historia, como un psiquiatra que receta pastillas, para calmarte cuando el miedo, las sombras comienzan a atraparte, pastillas rosas de luz cargadas con sombra adictiva. Y así, amarrados al puerto de por vida, no utilizamos el precioso bote en el que estamos, no surcamos los mares por miedo a regurgitar, dolores de cabeza y cansancio, mala predisposición,
ante acontecimientos preciosos. El vomito sale, cuando algo esta mal dentro
nuestra. Es preferible eso a un millón de pastillas y soñar con no soñar,
somatizado, nihilista, perdido entre las palmeras de neón.
El bombardeo de imágenes desnudas
nos impide ver un desnudo más allá de la sexualidad, más allá de la concepción de una persona fresca. Y no se ve lo divino del cuerpo,
no se ve lo ultra sensible que puede llegar a ser por cada una de sus curvas,
una creación espontánea y misteriosa, bella, como cuando se contempla un
paisaje de forma sublime, cuando se navega por una emoción, e incluso fuente de
inspiración milenaria, un cosmos infinito ante nuestros ojos, se torna una
habitación a oscuras donde gritos mudos se propagan dentro del cráneo erecto a
punto de eyacular sin llegar a esparcir el liquido vital que genera una y otra
vez la vida dentro nuestro ser, explota nuestro cerebro y electrifica cada
rincón del cuerpo, levitando con los pies en el suelo, la cama, el césped…
Enfermedades, beneficio de
algunos, muerte y miedo para otros, propagan ideas cual peste negra, junto con
drogas para evitarlo, vacunas preventivas, tratamientos que acaban con el
parásito con el cual se infecto previamente al paciente. El medico tiene el
papel de profeta, la seguridad social de iglesia, que con dinero da una
cobertura sanitaria, todo se mueve a partir del poder que ejerce sobre el
individuo este Dios moderno, castra la mente, pagando por una.
La infidelidad es un término
inventado, un dispositivo que se implanta a aquella persona que rompió un
vínculo místico-sexual con la persona amada, cuando esta simplemente se
divierte con el sexo. El que es ‘’cornud@’’ lo es por el bochorno en el que el
mismo se metió, o la sociedad-cultura envenenó con tradiciones que declaran una
vida llanamente segura y feliz, siempre y cuando, estés dentro de esta
comunidad. Por lo tanto, se ve como la mirilla focaliza sobre el sexo, se le
cortan las alas y se las entrega al amado, único, capaz de ofrecer coito hasta alturas
supra terrenas. Pero siempre nos quedamos con dos o tres plumas enganchadas,
inamovibles, que al menos nos permiten masturbarnos cuando la oportunidad al
placer se nos ve restringida, por dolor de cabeza, cansancio, desgana. Miramos
fotografías, videos, usamos juguetes, para suplir esta carencia, de forma
individual anhelando ser tocados y poder tocar otro cuerpo caliente. Una de estas
plumas es el calor que nos produce cualquier cuerpo, placer por placer, que
nunca muere, es innato y espontáneo, se propaga por el cuerpo, sediento, se
hace grande y erecto, a veces bruto otras delicado, pero potente, ahora oculto
tras una revista, plastificado y asfixiado.
La mayoría de nuestras pretensiones diarias, como por ejemplo, ir bien vestido, mostrar una personalidad misteriosa ante el resto, mostrarse ante el mundo con un valor en el mercado de valores en el que estamos, todo para conseguir cierta admiración, de gente de la cual no nos acordaremos ni el nombre, solo de sus alabanzas, como pequeñas brisas de aire fresco que calman, enfrían la esquizofrénica maquina, cada vez que las recuerda o las recibe. Y ¿para que esta admiración?, por que de este modo, tenemos más posibilidades de coito, pensándolo bien, todo lleva al mismo punto, la pretensión, esa condena máxima que carga cada uno de nosotros, una y otra vez, demostrando ante el resto que no somos ignorantes, que tenemos unas grandes cualidades, que somos ágiles, fuertes e inteligentes, que somos un buen partido, soy un ser perfecto, por lo que como todo el mundo busca la perfección fuera, me ve a mi, un individuo sublime, con el que todos querrán estar, poseer, admirar. Luego yo me admiro por ser admirable, no por lo que soy, sino por lo que aparento ser.
La mayoría de nuestras pretensiones diarias, como por ejemplo, ir bien vestido, mostrar una personalidad misteriosa ante el resto, mostrarse ante el mundo con un valor en el mercado de valores en el que estamos, todo para conseguir cierta admiración, de gente de la cual no nos acordaremos ni el nombre, solo de sus alabanzas, como pequeñas brisas de aire fresco que calman, enfrían la esquizofrénica maquina, cada vez que las recuerda o las recibe. Y ¿para que esta admiración?, por que de este modo, tenemos más posibilidades de coito, pensándolo bien, todo lleva al mismo punto, la pretensión, esa condena máxima que carga cada uno de nosotros, una y otra vez, demostrando ante el resto que no somos ignorantes, que tenemos unas grandes cualidades, que somos ágiles, fuertes e inteligentes, que somos un buen partido, soy un ser perfecto, por lo que como todo el mundo busca la perfección fuera, me ve a mi, un individuo sublime, con el que todos querrán estar, poseer, admirar. Luego yo me admiro por ser admirable, no por lo que soy, sino por lo que aparento ser.
El sexo es un lenguaje universal,
que todo el mundo puede interpretar. Ahora es una lengua prohibida, y mal
utilizada, la postura del misionero (herencia cristiana) limita bastante,
además de subyacer a la mujer ante el hombre. Conviene un cambio, falta
diversión, faltan risas durante el coito, son maravillosas, es un juego
precioso, ambos disfrutan, por igual, no soy celoso, ni rencoroso, me gusta dar
y escuchar los gemidos en mi oreja, el aliento, los escalofríos, el sudor, la
sonrisa agradecida, disfruto con su disfrute, amo el sexo, y amo hacerte el amor, más una diferenciación
dentro del lenguaje has de hacer, ya que hacer el amor, no es más que el tronco
del inmenso árbol que lleva hasta su frondosa copa, y sus ramas, el sexo por
placer.
Por eso no quiero tus alas,
porque son tuyas. Y las mías, si intentas quitármelas, lo siento, pero las
necesito para volar por este inmenso paisaje, ocultarme bajo el árbol, crear
hilos de plata arañando el océano, descansar sobre las nubes y mirar las
estrellas como personas, que explotan y vuelven a nacer.
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