resulta ser que no, no hubo fin. se puntualizaron
algunas cosas pero, esa parcialidad, quedó inconclusa. hicieron lo que dijeron
que harían, pero, en el féretro, nadie respiraba mientras el resto seguía
mirando entre lágrimas. Fukuyama hecho del bar a la historia, esta, ‘Historia’,
pero apareció otra vez, sentada junto a la barra esperando otra cerveza por ser
servida.
las paralelas que siguen las calles de una ciudad,
cualquiera, son transitadas, cada día, por bastante, bastante gente. ¿vivimos
en una sociedad o la sociedad vive en nosotros? salvando las distancias, parece
que las diferencias ya están hechas, y huelen a lo mismo aunque parezcan otra
cosa. se hace lo mismo. hay una especie de estigma del último, del mejor, del
más allá, del sentido extrapolado y precioso, aquello asible con una
interpretación paranoica y obsesiva sobre los hechos. no hay hechos, sino
interpretaciones jodidamente chungas, enrevesadas, algo que tiene más de
patología propia, de una asunción jodida de los significantes maternos. en esa
jodienda, lo superficial, queda retirado hacia un plano de, por decirlo
vastamente, pobreza, clase baja, no burgués, falta de pensamiento,
intelectualidad mediocre, ausencia de “algo” y “algo especial”. ¿qué cojones? si
Freud decía que “un cigarro a veces es simplemente un cigarro” es,
precisamente, una píldora, un ansiolítico, para el obsesivo, para el paranoico
de la palabra. “aflójale che, que se te olvidó callar, escuchar”.
pasan los días y lo único que acaece, a veces, son los
tristes peces fuera de la pecera. ¿y si, para hacer algo, lo que, en el fondo
se precisa, es encontrar a alguien, algún otro, que haga algo, raro como Uno? ¿no
es así como los grupos se forman? ¿no son las comunidades la unión por lo común,
por lo que comparten? ¿qué les pasa por la cabeza a esa gente, ahí, toda
reunida, haciendo cosas, “por amor al arte”? ¿no es el amor al arte, amor a la
parte, a la madre, al padre? ¿dioniso y apolo haciendo nietzcheadas, pintarrajeadas
las rejas del olvido para, en la retícula de flujos, no dejar de ser referenciado?
una mirada más y juro, per juro, que dejo de jurar. ¿qué? no, mejor pregunta por
el ‘que’.
hasta ahora las distintas sonoridades de este enjambre
no han permitido colar las dos palabras más temidas por todo gobierno: renta
básica. ¿no es un término hermosamente meta-moderno? posee la efervescencia
de un bróker puesto de cocaína, paranoico y sumido en una avalancha de “presta
atención a esto” constante y, por otro lado, la emergencia de un pánico alegre
y terrorífico, un escalofrío mundial (o estatal) de todo proceso gubernamental plutocrático
por “joder, no pueden tener poder esos perros sarnosos”. la Deep web y otros canales
de seda, perdón, rutas, se generan diariamente, se establecen por doquier. en Buenos
Aires, aquel tipo, dijo que había una locación donde se practicaba un inmenso
mercado de trata humana con todo tipo de carne. no, nada de Merleau-Ponty aquí,
esto es más pulsión de muerte que otra cosa, agresividad, narcisismo y
estancamiento yoico, desbordamientos psicóticos y penosas injerencias
significantes. no es una ontología de la carne. olvidaos de eso. acordaos de aquello:
renta básica. ¿qué pasa si se le da poder a los sin poder? ¿es acaso el
neoliberalismo un plan previo, una antesala del empoderamiento (de jodidas
formas), del cultivo de una especie de comunalismo memetico, por el cual los
cuerpos se vigilan, se orgnaizan, se encuadran, se framean, se denuncian
y se publicitan, para, una vez hecha la trama, el dinero se reparta? ¿si “nos
portamos bien y hacemos la cama, podremos salir a jugar”? ¿quien cojones es el “¿quién
es tu papi?”? ¿y si me leo a Byung-Chul Han puedo salir?
en el patio las cosas se ponen feas cuando uno tenía
que jurar a la bandera. había una especie de rareza. los altavoces, reproducían
la misma canción todas las mañanas. un “playback” para “play it back again”.
las miradas, cargadas de extrañamiento, si se cruzaban, eran “novillos”. la
bandera hondeaba, allá, en lo alto, lejos del suelo, atada a un palo, como un
alfiler, clavado en la tierra, atado con cemento grisáceo. pintadas vandálicas
de colores con tizas sobre la insoportable presencia del aburrimiento juvenil.
¿cuándo aparece el aburrimiento para un niño? ¿antes o después de ir a la
escuela? ¿antes o después de caer en los procesos de normalización lingüística?
me gustaría saber qué diría Claude Levi-Strauss sobre el aburrimiento. ¿es
acaso, el aburrimiento, la antesala de la depresión? ¿es su génesis la
angustia? ¿cuántas palabras se pueden soltar en torno a ese entorno lánguido,
espeso, hondo, del aburrimiento? una vez leí que un tipo mató a otro por
aburrimiento. ¿hubo un abrimiento? ¿qué entró? ¿entró algo? ¿a dónde?
¿de dónde? ¿y si, aquello que entro… ya estaba allí?
los BPM pueden ser dos cosas, aunque, sinceramente, no
distan mucho. su aplicación es, dependiendo del campo, un hecho. a los BPM, a
ambos, los une una cosa: el ritmo. rave o reunión los cuerpos se cuelan
por el cuello de la vasija heideggeriana. el embudo ayuda a que, la mayoría del
agua, del líquido, de la sociedad liquidada, caiga dentro del mismo. ¿para qué?
¡es toda una proeza no derramar una gota en un proceso violento! no
se ve lo visible porque siempre permanece como aquello invisible. la pregunta
es ¿qué ve uno en eso? todo analizante va a análisis preguntando al analista,
como si fuese el Otro, por las respuestas del Che vuoi?. “¡dígame que
hago con mi síntoma joder! el valor es la proyección, es un futuro, condensado
en un peso, para una balanza. el valor es una bola de cristal donde se proyectan
las paradojas de un presente austero, de una carestía, de un duelo persistente,
de una precariedad, de una violencia tácita.
¿qué condiciones de posibilidad ni que ocho cuartos?
¡las condiciones son una mierda! esto no es rentable, relatable, [releitabol],
básicamente.
Menos mal que te ponía nervioso que yo escribiera sin mayúsculas. Copión.
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