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mejor no hablar de cosas ciertas


Sinceramente. No me creo que nadie haya reparado en que cuando alguien dice “mejor no hablar de ciertas cosas” quiera decir “mejor no hablar de cosas ciertas”. ¿Por qué no hablar de cosas ciertas? La certeza, a diferencia de la verdad, compete a la certidumbre. ¿Qué es la certidumbre? La pesadumbre por ejemplo manifiesta una certeza: el cuerpo pesa. O, mejor dicho, cuerpo tiene peso. Eso es una certeza. La cerveza me suele emborrachar, también.
Pero, ¿Qué son esas cosas ciertas? No es necesario irse hasta allí para ver, y luego pensar, que el querer enchirona. ¿Qué encierra? Aquello que no existe: la voluntad.
¿Qué son esas ciertas cosas? Nacidas de la incongruencia con el otro, manifiesta un flujo chocante, una informalidad, una disidencia, un “no”, cierta agresividad en la separación. Puede derivar en violencia, en un disfrute, en un arte de la guerra, en una estética, en una representación, un colapso imaginario. [ASÍ]
Ciertas cosas molestas, incordian. ¿Por qué? Depende del caso, pero suele ser precisamente porque generan picor. La antesala de la aparición de lo forcluido.
Cosas ciertas las hay por doquier, solo que no se las apalabra. ¿Quién las escribe si no es aquel que las ve? No es una denuncia, sino una enunciación. La denuncia implica el reconocimiento de un abusón, eso gusta, eso atrae, eso mola, pero no lleva a nada. La denuncia no lleva a la acción. La enunciación avanza, se pone sobre la mesa. ¡No hay otra forma de expresarlo! La denuncia viene con templates/trasnplantes. La denuncia no está ahí, hasta los de derechas denuncian. Los de izquierdas enuncian pero parece una denuncia. Powerless because it’s fast.
Suele ser al revés. El poder se mide por el cronómetro. El speedrun. ¡Wow qué rápido! El récord es la medalla del poder.
Tener la certeza es imposible. No se puede tenerla, pero si en cambio uno puede ser-la. La cosa cambia. La policía tiene la certeza. Manifiesta constantemente su posición. Defiende la certeza. “Por el bien de la ciudadanía”. Por eso es tan confuso. Lo policial es hospitalaria y hostil. Hostis, es cualquiera. Tener la certeza imposibilita la discriminación. Serla asume la certidumbre, la es. Fluye hacia adelante. Tenerla escapa hacia adelante, carga, violenta, con trap gangsta o no, vestidos de uniforme, negro, chaleco antibalas contra manifestantes sin pinta de haber Black Blocs. La cosa se pone rara y la enunciación deviene una denuncia. El articular deviene reproche. Declarar, reprender. Desplazar, confrontar.
Wittgenstein escribía “de lo que no se puede hablar, mejor callarse”. Ese poder al que se refiere Ludwig, denuncia el flujo de inocencia que gira en torno a la co-dependencia de la policía con la ciudadanía. La cuestión de los bárbaros se viene arrastrando desde Atenas. La anarquía, realmente, no es más que la impresión de libertad que se deja en los cuerpos cuando gravitan anómalamente entre significantes, entre leyes, entre formas-de-vida.
Estoy de acuerdo con Peterson cuando habla de los hábitos y que hay que establecer nuevas normas. Tiene un libro con unas 12 o 10 pero que iban a ser 14. Donde no lo estoy es precisamente en que esas normas no pueden ser canonizables. Es un atentado contra la singularidad del paciente, o analizante mejor.
El agua, al principio, cuando uno se quiere meter en el río, está fría. Uno puede constiparse, su piel se eriza, los escalofríos son constantes, los dientes chirrían, se mira a los demás para ver si le miran a uno atreverse. Es verano, y probablemente allá donde era primavera acabe por serlo también. La temperatura dejará de ser la óptima para ser urgente.
¿Impactaría el valor simbólico del suicidio de la niña del cambio climático para todo occidente? Ese movimiento de redención, si se produjese, levantaría algunas miradas, pero seguro que algunas otras las mantendría, aún más fuerte, mirando la pantalla del móvil.
Palos y más palos, pero no hay ninguna presa, ninguna toma, todo “mato por mi patria”. Guerra de distracción. Guerra de distracción. Guerra de distracción. Guerra de distracción.

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