Las tres de la mañana. El turno sigue corriendo horas.
Sí, lastimosamente veo el tiempo pasar. La angustia deja cosas caer. Empieza a
llover en mis vísceras. No son mariposas de amor, sino agujetas de existir.
Ladridos lánguidos. ¿Checking out? All right.
La noche no se va. Pienso en algo que se desvanece al
momento. Queda inconexo. No hay conexión. No da igual, es decir, no hay
equivalencia. El último hombre soy yo. Mierda… ¿Cuándo pasó esto?
Juego a no jugar y aparece la tan repelida angustia.
¿Qué es el sentido sino una plataforma para acallar la animalidad? ¡Ponle
palabras que seguro lo entiendes!
Hubiese visto, si no hubiese estado ciego. La verdad
era toda mentira para salvar otra verdad incomprensible. No es Dios, solo algo
que mueve mis entrañas. No tengo afición por los tapones. Me gusta que mis
poros respiren la mierda, la señalen y la quiten. Los grandes recicladores de
mierda son difíciles de despegar.

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