El proceso de escritura comporta algo que va más allá
de Uno, es decir, una gilipollez sin sentido alguno. El autor no existe cada vez que se pone una palabra. La corrección tiene
más un límite que no una ilimitación. ¿Para qué limpiar?
Corregir no haré, salvo en cierto caso en el que mis
dedos pulsen una tecla que no es. ¿Qué
es entonces eso que aparece? Uno hablando, lamentándolo mucho (otras más que
otras), se equivoca. Es condición sine
qua non. Fallan ahí el teatro y todo lo que tenga que ver con representar
lo humano cuando intentan reproducir un fallo. ¿Un fallo dentro de algo
infalible? Hipocresía es la primera palabra de los polos opuestos.
La limpieza, proceso por el que el neurótico se las
arregla para mantener cierta homeostasis, no es algo ejercido por una instancia
yoica. Es decir, no es algo pensado, sino algo que no cesa, ya, de significarse
a cada momento. El significante se ha inscrito en el ritmo pulsional.
La carabela que no
cesa ya de zarpar, como una imagen en repeat,
como un gif, que dependiendo del momento, dependiendo de aquello, del objeto, se sobrepondrán unas a otras. No hay respeto de la
materialidad, es puro movimiento repetitivo acelerado de ataque directo. Los tablones
no se interrumpen, las velas se duplican, pero el navío se conserva. Nunca Uno,
siempre Otro.
Es algo raro de leer en la realidad, por ello
remitirse al campo metafísico es una buena idea. Hay un foco del que emergen
estas palabras como clavos que apuntalan la estructura del barco. Algunas se mantienen
por presión, algunas otras se mueven con un poco elaborado, incluso provisional,
sistema de poleas.
La polenta está rica en invierno. Para comerla se hará
lento, siempre arde, padre.
La limpieza, los artículos, es una forma de ver lo que
se publica. ¿Es esto un artículo de
limpieza? El barómetro lo mantiene uno cuando lo lee. Cuando uno se lee en el texto, en esas
publicaciones de revistas multidisciplinarias o bien, Bien, específicas, puede
notar que eso que viene pensando, no le
sirve para nada.
Hay montones de escritos, largos, que uno se mete aun sabiendo
que, básicamente, no. Ya sea por el estilo con el que se diga algo, o por
aquello que se viene a tratar. La metodología de aproximación, esa episteme con
la que se rodea un no saber, ya encuentra aquello que no cesa de faltar. ¿Te ha
limpiado o sólo ha añadido manos al masaje psíquico por el que vienes
transitando?
La impunidad en la que muchos tribunales de tesis quedan
es la misma certeza con la que el dinero acalla las verdades. ¿Qué digo?
Limpieza aquí, suciedad allá, manutención de lo mismo por doquier, o una sutil
diferencia en Uno. Pareciera que se lee Uno
para alguien. ¿Quién está leyendo?
Esa
coletilla neurótica mola.
Sea pues, las bases ya están dispuestas para la sutil
mirada del que se esmera y no espera. Sí, por el reconocimiento. ¡Que el hacer
no caiga en el eufemismo!
PURGATIO COMMEATUS
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