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post-entretenimiento





a Bukowski le gustaba escribir a ordenador. su hija le introdujo a ese mundo. decía que podía ahorrarse el engorro de borrar y tirar papel por doquier cuando algo no le gustaba. selecciona y borra. algo fácil. lo difícil siempre será escribir.

hay pensamientos en mi que deambulan entre la yuxtaposición de sencillez y escritura, y otros bien distintos en el infierno que ello implica. escribir es el infierno. desear escribir es un infierno. el deseo es un infierno.

no es por citar a Freud, es por hacer patente una realidad manifiesta.

escribir sobre lo que se escriba siempre será un original. incluso cuando se pretenda traducir un escrito a otra lengua. una voz es una voz por más que intente explicar una idea semejante. un sueño, un puñetazo de la realidad del deseo en la cara del corazón, una insistencia narcisista y demás momentos son hablados. lalengua provee. usarla es usarse. los tópicos pueden ayudar a que esos momentos queden sujetos, controlados, normalizados, y así, subjetivados. “uf, pues tiene razón, el amor es…”. el verbo ser. ¡Oh, joder, cómo se lo ha reventado en nombre de no sé qué control! los momentos quedan en barrena. llenos de lodo del mainstream.

(salto de párrafo, no me gustan tan largos, parecen tanques de guerra. me la suda si sigo con el mismo tema, ni siquiera hay un tema, en tal caso un matema… ¡Genitales!)
escuché canciones que siguen hablando de matrimonio, de la imposibilidad del dos, y sus inconsistencias permanentes. una soledad que canta mirando el museo de recuerdos en tonos pálidos y reflejos carmesí que dependiendo del ángulo ciegan. joder, ojalá n se borren nunca de mi memoria esas hermosas fieras.

pienso a veces que la personalidad es algo que constantemente, en cada acto, en cada, no sé, gesto, se destila. no se pierde personalidad por no hacer algo, o por hacerlo. al contrario, se la mantiene viva. la personalidad al igual que la vida misma sólo se termina cuando uno muere. no ese Uno, sino el uno del pronombre indefinido. Dios lo es todo, por eso es nada. qué cabrón, menuda jugarreta. no es que juegue a ocultarse, es que su juego es la ocultación. por eso el no-todo no progresa tanto como quisiéramos. ¡pa’qué casarte gilipollas! ¡pa’qué votar imbécil! ¡pa’qué estudiar tarado! ¡pa’qué el materialismo histórico capullo! ¡pa’qué seguir leyendo a Hegel!

los rudos padecen de estatismo. “una palabra más y me cargo a John Wayne” dijo uno de los interlocutores en aquella fatídica cena de anteayer. ¿Cuántos días, no ya siglos (¿qué estamos, en la edad media? joder empecé hablando de Bukowski escribiendo en un jodido ordenador enseñado por su hija), hacen falta para dejar de desesperarnos por un sistema de resentimiento perpetuo y demanda quejosa, mientras los días de anorexia sentimental se calman con Netflix o Indie Español trapero de guetto marginal (internacionalizado[1]), o, para qué os lo voy a señalar si ya lo sabéis, no os hagáis los de caja B. ¡mierda que esto era una pregunta! “?” ale, apañado.

me relaja pensar en Blue Bayou. Roy tiene esa voz. cálida y tierna. un tono que cuando quiere emerge hasta las nubes y juega con ellas, haciéndote sentir lo voluminoso de lo esponjoso. pero David. sí, David de Lynch lo supo pillar. la temperatura tibia de esas luciérnagas mantiene una consonancia con la harmónica de la vida cotidiana y sus subjetivaciones. tal vez sea una interpretación lo que diga ahora, pero cuando en Blue Velvet aquel tipo de los criminales canta In Dreams, pillo la resonancia de, por favor, violencia estructural.

no veo abusos en cada canción, sino la constatación de que eso es una posibilidad. es imaginable. es difícil imaginarse que es sentir quedarse sin oxígeno en el espacio mientras mira la tierra alejarse de sí mientras el cuerpo se pierde poco a poco en la inmensidad ilimitada de la oscuridad galáctica. Joji también lo hace con sus canciones. en la última sobretodo. pero el ritmo mola. ¿ya no importa lo que se dice? ¿sólo importa la lírica y no los lyrics? los raperos hacen cada vez más referencias a sí mismos. hacen rimas a toda velocidad, siguen el Flow como nadie, pero tío, el único que parece que está pisando la Tierra es Childish Gambino. con los cascos saliendo de su chaqueta (corazón) mantiene en sincronía un sentimiento que es general pero no se escucha: “¡Qué puto calor! Y eso que estamos en Agosto”.

habrá algún día que todo petará. el canal del mainstream será algo a repudiar involuntariamente. la gente interesada en crear sus cosas generará micromainstreams de producciones personales y colaboraciones creando una retícula de multiplicidades poco comerciales. nadie querrá comprar su mierda, y algunos se la bajaran de internet o no. las canciones o las películas o los cortos o las obras de arte pasaran a contener metafísicamente el sentido de una mentira verdadera. sí lo saqué del famoso “cuando digo que miento digo la verdad” de Lacan.

la noción de entretenimiento, al igual que la de verdad han alcanzado la cota de post. pero, ¿qué es el post-entretenimiento? la post-verdad ya lo buscaréis por ahí si queréis. pero si buscáis en internet sobre post-entretenimiento no hay más que una referencia a cuestiones de ocio y, de repente un artículo de El País hablando de un Megazine llamado DIS[2].

parece un Megazine que te da la turra sobre cuestiones críticas sobre democracia representativa, ocio, capitalismo, ideología, etc… mientras te lo presenta muy al estilo de Netflix. y efectivamente es así. de ahí que tenga mucha fuerza, ya que, si uno no está interesado, puede hallar el aburrimiento en este tipo de cosas. al igual que suele pasar con La Hora Chanante o Muchachada Nui o este tipo de series en las que te ríes con dos gags (o dos momentos de los gags) mientras te tragas todo un programa, de al menos una hora, esperando sentir que esa sensación risueña vuelva a estomacarte y liberarte de la presión existencial que implica ser un ciudadano o un ser humano. uno se lo traga (si, Uno, con mayúscula). pero el plan, quiero pensar, es destrozar el mainstream. estos programas se lanzaban por cadenas públicas en las que todo el mundo podía acceder y tenían gran audiencia. los escenarios, los maqueados, y cuestiones de producción estaban super-currados en algunos casos. pero el curro (o la curra, la chulada) no es más que la demostración del gasto que se deja la empresa para el entretenimiento. parece que el coste de todo ello implicase una gran causa humanitaria. el entretenimiento no es una causa humanitaria, es un despiste de algo que precisamente es el origen de la necesidad del despiste. ¿qué es entonces el post-entretenimiento?

¿el propósito de estas series entonces cual es? ¡Qué hagas tú tu propia serie de gags de mierda si es que te mola grabar y producir! estas series es una llamada del espectador a que sea él mismo creador. que lo que se estuvo tragando sea, tras un proceso digestivo consecuente, una mierda propia. sí, parece raro que uno no cague lo que traga, pero es lo que sucede a menudo. uno se atolondra comiendo series y luego, en lugar de hacer algo con ello se deshilacha comentando lo que comió en lugar de cagarlo directamente. caca de conejo, como las pelotitas de cereales. por favor, no me toméis por un moralista, sería un tremendo error meterme dentro de un saco de generalidades sobre la bondad del espíritu y la maldad del diablo o cuestiones de mala fe errática, o incluso una ontología del charquito en mitad de la arboleda del que hablaba Schopenhauer y luego, unos Ensayos a lo Montaigne. malpensar que hablo para el buenpensar. la orquesta escribe sus propias partituras, y allí sólo se ven garabatos que parecen entender muy bien cuando tocan jazz con los ojos cerrados en una especie de comunión mística con un ritmo cuyo cardiograma pertenece al ámbito de la alucinación y no al pulsometraje del torrente caudaloso de sangre bombeado por el corazón corriendo por todo el organismo.

ya no hay más que hablar.

resulta que el post-entretenimiento no quedó definido después de la insistencia, pero si uno mira las conferencias de Slavoj o aquella en la que hablaba con Graham verá que hay algo de lo que estoy hablando. si, en DIS también hay algo así. pero para qué enrrollarme si todo este jodido texto va sobre eso mismo. me gusta escribir cubos de Rubik. puedes sacarle las pegatinas y pegarlas en una cara, pero joder, esto es post-entretenimiento, no entretenimiento. me gustaría tener la consistencia existencial de las pesadas obras de Dostoievski pero un poco más extenso que un aforismo de Nietzsche o de Cioran, lo suficiente como para ubicarlo en las 150 de Twitter o como texto de una foto-bell-ismo de Instagram. la última frase es redentora de esta inmundicia experimental.
no lamento la pretensión, de todas formas esto no es más que una representación más de mi falibilidad comunicativa.  




[1] Se parece a la viva voz de la internacional del Manifiesto Comunista: “proletarios del mundo(de todos los países), uníos”, pero parece que ha sufrido una ligera modificación “reyes de clase media, uníos”. cosas de casa, la estrella era Steve Urkel, era la esquizofrenia personificada (como Alf). el resto tenían frases chistosas. lo que pasa es que Steve Urkel no es creíble que exista, por eso hay un montón de signos familiares alrededor para darle cobijo, al igual que una edición coherente. Joder, la serie parece una especie de intervención médica ante un tumor psíquico nocivo: antidepresivos, una voz terapéutica, otros tantos psicofármacos para alivianar la existencia sin parecer estar drogado hasta las cejas, un ambiente cómodo, y el trato que se merece todo animal con aprecio. ¡PERO SI ESTÁ HABLANDO!


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