Sube la marea, distorsiona mi visión de la realidad, la
nausea se apodera de la carne, pájaros encerrados en mi cabeza, pretenden volar
pero el muro es grueso y espeso. Luz solar penetra el agua he ilumina bellos
corales de locura brillante, diamantes en bruto que me hacen especular, divagar
en un mar de hilos sin fin, pero con principio, el principio atractivo y
seductor de lo desconocido. Remueven las entrañas ondas magnéticas oscuras,
cargadas con erotismo que violentan mi cuerpo, vibraron mis brazos las piernas
descosidas frente a la luz hipnotizante de la colosal luna que se presenta sin
aviso mientras enredado en promesas me distrae por unos instantes, efímeros y
eternos recuerdos que se graban en un yelmo de batalla. Dame esa luz
misteriosa, la deseo ahora que por el recuerdo anhelante hago estragos en mi
cuerpo, la nausea se fue por la locura a lo desconocido, nuevo, cosas nuevas
por aceptar y sabiduría por guardar.
Supongamos primeramente que la imaginación interpreta el papel del loco, culturalmente entendido como aquel que dista de la normalidad establecida por esta, digamos que su comportamiento es anómalo, por comparación a la normalidad. Sus movimientos se dirigen hacia aquello que su mente crea sin cesar, por ejemplo, la celopatía que pueden poseer personas posesivas e incluso el considerarse juzgado antes incluso de abrir la boca, dicho de otro modo, se contrae en el miedo que gesta la imaginación, las imágenes de un futuro aún no realizado, mejor dicho, real. Pero por correlato vemos que no siempre la imaginación marcha sola con su delirio, sino que muchas de estas veces se basa o da certeza a aquello que se considera instinto, lo cual otorga notoriedad a aquello imaginado, por consiguiente podemos decir que la imaginación tiene recursos para hacer de ella una realidad, aunque ficticia, realidad. Seguido a esto, la imaginación influye también en, sino directamente, sobre la mism...
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